viernes, 13 de marzo de 2015

Fases de adaptación a la enfermedad

El viernes 13 de Marzo fue para nosotros todo lo contrario a un día de mala suerte. Fue un día especial. Tratamos el proceso de adaptación a la enfermedad y las diferentes fases. Gracias al profesor Juan Cruz (Psicólogo clínico, consultor, comunicador y fundador de DIOT), se nos brindó la oportunidad de ver la vida, nuestra profesión y nuestra función en el ámbito de las enfermedades poco frecuentes de una forma un tanto distinta a lo normal. Fue un soplo de positividad, de risas, de sentir emociones tanto positivas como negativas y de aprender que podemos tener gran control y manejo de ellas, lo cual es esencial para nuestro trabajo con pacientes con una ER y sus familiares.

Esa visión tan particular (y difícil al mismo tiempo) consiste en ver el blanco (lo positivo) y aceptar el negro (lo negativo), ya que son dos partes de una misma unidad. Para ello debemos modificar el paradigma a seguir, haremos menos caso a la mente (que es pendeja) y miraremos más hacia nosotros mismos y a las personas.
Este tipo de enfermedades genera cambios a muchos niveles y en muchos aspectos, lo cual, obliga al organismo a adaptarse a la nueva situación para poder afrontarla desde lo emocional.  Al estar las emociones tan unidas a los pensamientos y conductas, nosotros, los psicólogos, podemos ayudar a modificarlas. Para ello, debemos tener en cuenta que las emociones son procesos bioquímicos y bioeléctricos y que un estado emocional positivo aporta salud al sistema endocrino e inmunológico.

Nuestra función consiste en dar consciencia de las emociones para así poder dominarlas e intervenir en ellas poniendo algo de dulce y guiando a encontrarse y conocerse a sí mismos. Buscaremos una aceptación, pero siempre ACTIVA. Impulsaremos que la persona tenga ganas de vivir y contacte con sus emociones desde la realidad. Fomentaremos la creación de expectativas positivas sobre el futuro.

Para ello, debemos crear un clima de confianza, mirar a la persona que tenemos  delante (no sólo verla), conocer su vida y su entorno, sus motivaciones y sus pensamientos (NUNCA supongamos NADA); pero, sobretodo, debemos OBSERVAR. Todo esto dando siempre un toque de humor y positividad, ya que, éstas, distancian las emociones, aumentan la secreción de endorfinas, lo que a su vez aumenta la oxigenación de la sangre, abre las arterias, acelera el corazón y disminuye la presión sanguínea; eso es positivo para los elementos respiratorios y cardiovasculares, además de aumentar la respuesta del sistema inmunológico, es decir, es beneficioso para la salud.

Nuestro objetivo a tratar no es la enfermedad sino la forma en que la persona afectada y su familia la interpretan. Éstas, tienden a automatizar más, por eso, debemos enseñarles a mirar con realismo que existen más caminos y más formas de vivir la enfermedad. La enfermedad debemos mostrarla como un reto, como una posibilidad de generar cambios y ser capaces de transformarse, reinventarse y convertir esa situación en oportunidades con ilusión, optimismo emocionalmente inteligente, creatividad y motivación; que el problema lo tomemos como un elemento impulsor creativo hacia nuestro crecimiento personal y madurativo. Para ello es esencial disfrutar el camino y vivir el presente porque esto nos aporta más resiliencia, que es volver hacia donde estábamos, pero más fortalecidos. Como dijo una paciente de Juan, debemos aprender a mirar cortito
Una de las recomendaciones de Juan fue que al acabar al día dediquemos cinco minutos a pensar en los pequeños logros de ese día (Ej: me ha salido rica la comida, me he puesto lo primero que he pillado en el armario y aun así me he visto guap@, he sacado un hueco para leer, etc.). Lo cual, traducido en el entorno de personas con ER se le añadirían o se cambiarían por otras (Ej: hoy no ha tenido ninguna crisis, he sabido hacer bien los ejercicios del fisioterapeuta, hemos estado riéndonos, he sacado un hueco para dedicarme a mi pareja, etc.) Debemos permitirnos sentir y dejarnos llevar por los pequeños impulsos o detalles que nos den alegría y vitalidad, puesto que las emociones son procesos adaptativos.

Para visualizar y entender mejor toda esta información, aprendimos varias técnicas y metáforas; entre ellas: La técnica del búho (mejorada por nuestra compañera Salud y llamada ahora “Técnica de la lechuza” jajaj), técnica del clínex, técnica del vaso de agua con papelitos y la metáfora del niño pequeño y los trozos de carne.

Me gustaría recuperar algunas frases bonitas y motivantes que han aparecido en esta sesión:
-         - Si sigues pensando igual, siempre va a pasar lo mismo.
-        -  Esta tormenta que ha caído, ha regado el campo, lo ha llenado de vida.
-         - Frente al incendio, crear agua.

Juan nos recomendó oír música de sincronización de hemisferios cerebrales puesto que favorece la formación de nuevas conexiones neuronales y disminuye bloqueos mentales. Nos sentiremos más fortalecidos emocionalmente y despertaremos poco a poco nuevas capacidades de aprendizajes puesto que estimulamos zonas que podemos tener inactivas. (https://www.youtube.com/watch?v=nmB15YWj3-I)

Resaltar también lo entretenido de la tarde, que era cada vez que el sensor de la clase no detectaba movimiento y se apagaba la luz. Si a Juan le hizo gracia nuestra reacción, más nos hizo a nosotros la suya. ¡¡Cómo se reía!! Jajaja

Al final de la sesión, nos dió una cajita de caramelos para que se la ofreciésemos a algún conocido que tuviese alguna enfermedad poco frecuente con el objetivo de alegrarle el día y de demostrarle que estamos aquí, que hay 17 personas formándose para poder ayudarlos.


Por último, y en nombre de todos mis compañeros, doy las gracias a este gran profesional por la intensidad y positividad de la sesión y por esos riquísimos caramelitos madrileños que nos regaló para endulzarnos la tarde. Ojalá lleguemos a ser tan buenos profesionales como él (sin quitar mérito al resto de profesores que han pasado por nuestra pequeña pero acogedora aula).

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